Las Sombras de Ellas

Caminan Las Sombras de sus cuerpos por mi casa

Me vienen a reclamar

Se ríen de mi, y lloran entre ellas

Fumando frente a la chimenea

Viene quien creo que era la sombra de Julieta

Se sienta en mi regazo, fuma de mi habano

Me juró amor eterno

Y agarrando esa daga del siniestro 

Me obligó que le jurara también. 

La mañana siguiente en el jardín estaba

Regando las orquídeas, ligando los rayos de Sol

Y de la piscina emerge una sombra

Desnuda y hermosa

De rostro angelical

Y una corona de mirtos

Era la Venus

Y su busto artesanal

Me acerque y nada me importo

Me zambullí a la vida

Ella nadaba y movía sus muslos llenos de carne,

Llenos de amor 

Que Dios me perdone si en mi cabeza habían actos impuros

Y que Dios me perdone si los consentí

Me dejo todo su veneno en la boca 

Mi cuello me contaba, adolorido

Que sus dientes ahí se vengaron

El templo de Atenas estaba en su vientre

Toda mi filosofía de vida, se podía resumir en ese cuarto de hora

En el que el amor se hace carne

Las rabias acumuladas cambian a mordiscos, llenos de dolor

Pero ese dolor que me gustaba, y la Venus sabía 

Cuando hubo terminado todo

Ella sale de entre las aguas y se cubre con una manta sus partes más sacras

De repente siente pudor

De vez en cuando, le da vergüenza

Y en esta ocasión, el decoro 

La valió más la pena que la decadencia

II

Fue una tarde, descansando bajo el mango

Vino la Donna Angelicata

Y una fruta del árbol arranco para comer

Me hablo de filosofía 

Se dio cuenta rápido,

Que pensar yo podía

Pero al advertirse que mís ojos estaban en su boca y mi atención en el mango

Me tildó de hipocresía 

Filosofía de piel y felicidad de miel

Es siempre,de putas de hiel

Me reclamaba 

Y se marchó, con lágrimas de sombra, también.

Ya entrada la noche

El Castillo era puro sombras 

Y entre ellas estaba 

Ana Bolena

Yo me encontraba afilando mi espada

Dejándola brillante y tan filosa...

Y en eso se acerca y me muestra sus ligas

-Cuanto es el valor de ese hierro?

Me susurró al ver que era de Oro

Cuanto valen mil vidas? Le exclamé, seducido

Lentamente se desataba el corset que asfixiaba sus pulpas salientes

Me tocó el mismísimo fuero interno

Que ya externo se veía

Desprendíome la camisa, y acariciaba mi pecho

Al cual dio sus besos, pero sus halagos, iban a mi dije de diamante

Que colgaba de mi cuello, que cargado de su saliva

Entendía por qué quería Ella ser mi amante


III

El Castillo era un lugar solamente sombrío

Recuerdo que estaba en la alcoba, escribiendo alguno que otro verso

Cuando, si no falla la memoria -o el Cabernet no hacía de las suyas-

Caminaba hacia mí la misma Helena de Troya

Con su rubio mirar me dijo de más

Sus ojos eran a prueba de mentiras

Su Sombra entonces me suplicó que la salvara

Y que le hiciere el amor

Me llenó de lagrimas el hombro

Y de vergüenza mi pasado.

Fue otro día cuando

Pescando en el lago

Me pilló la Fiammetta

Flotando vino su Sombra

Y se sentó en mi bote

Se balanceo encima mío sin palabras y sin argumentos

Usaba su falda como anzuelo

Que, al momento de romperle la camisa que llevaba

Carecía totalmente de sustento

Se quejo de entregarse siempre y no poder anclar

Le dije que mi corazón es como la marea, que va, que se mueve

Siempre cambia. Nunca es la misma agua

Me quemé al palpar sus manjares 

Era un sarna que gustaba picar

Y al bajar sus bragas 

Y tirarlas al mar

Entendí que también estaba tirando mi alma

A ese mar de lujuria y voluptuosidad 

En dónde Epicúreo me esperaba bien al fondo 

Sentado, jugando cartas seguramente, con Julio César o Marco Antonio

Porque al rato que Fiammetta me complació 

Y se tiró al mar de rabia

En una espuma de sombras y burbujas

Ahí mismo yo escuché

El canto de Las Sirenas

Me perforaban los oídos 

Me llamaban al pecado 

Meneaban sus caderas llenas de bálsamos de otros marineros 

Y no me podía negar

Y como el más fiero de los mirmidones

Desnudé mi alma y las amé a todas

Cuando desperté de un sueños de días 

Seguía escuchando las risas de esas Sirenas sombrías 

Murmullos lúgubres, burlones 

Carcajadas de dedos apuntándome

En ese momento, el que tapó sus partes sacras fui yo

Escarchado, volví a la orilla 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Minutos

Lejos, bien lejos.