Tango en la Taberna

La veía en las milongas

Todos los martes por la noche

Llevaba siempre algún rojo sobre la piel

Bailaba, como ninguna

Al son de sus caderas, vibraba mi corazón

Adrenalina inyectada era cuando esa divina

Avanzaba las piernas en brazos de otro 

Podría jurarle al mismo Satanás devoción eterna

Con tal de que esos ojos

Bailasen conmigo un tango en la taberna

Tenés aroma a canela

Como perfumada

Con esencias que me traicionan

Te saco y en medio de la pista

Me empezaste a susurrar

Tus murmullos eran un elixir 

Que al cruzar por mis oídos hacían mi piel erizar

Me dijo que era una gitana 

Y me lamió el cuello al compás

Pero el vestido Chanel y las perlas al desnudo

Me contaban lo mundana 

Luego

Fuimos a la alcoba 

De aquella taberna, de un viejo amigo suyo

La desprendí del vestido, y volví a nacer

Toda mi vida cobró sentido durante esos cuarenta minutos

Desde entonces

Siempre pienso en Buenos Aires

Busco ese acento porteño en las demás 

Renegado, y abstenido a aceptar

Cada tanto, me pego un viaje al Sur

Y te busco y no te encuentro y eso me gusta

Y ahí en la mismísima taberna que sabemos

Voy y me siento a mirar las parejas bailar

Ese acordeón lento y esa voz de galán

Las miradas que se queman

En un fuego lento

Entre dos

Yo sólo miro a los tangueros

Que desplazan a su dama

Y que esas damas

Los abrazan

Los susurran los aprietan 

Y en cada fulana que veo 

La extraño más.








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