La abogada
Las mañanas son de su sonrisa y su tapado
Que en los debates son siempre el mejor argumento
Perfume de libros viejos que con la ligera fragancia de los cigarrillos de la mañana
Despierta los instintos del más sabio y la sabiduría del más impetuoso
Recorren atrás de las huellas que deja el stileto
Digno de buitres, nunca de su carroña suficientemente dignos
Sus perlas sobrevaluadas conocen el regateo
El cuerpo es como la bolsa, te enseña
Todo es pura especulación
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