Durmamos la siesta




Arriba, mi amor

Ya se hizo casi de noche

La envuelve en besos para despertarla de la siesta vespertina

Y la consiente en las últimas,

Contemplando con la misma adrenalina

Sus arrugas que

Clandestinas

Sin maquillaje ya no se saben esconder

Para él un café bien fuerte, y para ella un té

Una caja de bombones que comparten con tradición

Sellando así otra merienda de domingo

Juntos los dos, siendo uno

En el alma y en el alma solamente

Las canas invitan al ardor erótico a retirarse

E invitan todas las noches a cenar

A Pausianas, Agatón

Aristófanes

Pero a Sofía

La dejan quedarse a dormir







Comentarios

Entradas populares de este blog

Minutos

Lejos, bien lejos.