Todos somos melomaniacos
Hay melodías. Sonidos arquitectónicamente puestos unos delante detrás o conjuntamente con otros. Tonalidades que simplemente, no podemos escuchar. Porque cuando las oímos, esa musiquita que percibimos entrar por las orejas, irrumpe maleducada, y pone en estado de sitio a nuestra misma conciencia. Sin preguntar, arremete contra todo ese orden viejo y quieto que se encontraba inmóvil en tu espíritu desde hace años. Y no entendés porqué. Y es como que las entrañas se sublevan, se rebelan. Quieren gritar. Empezás a lagrimear de la nada, y sin darte cuenta te cuesta respirar. Jadéas pretendiendo que no te pasa nada. La taquicardia hace lo suyo, como comandada desde adentro por esa música que te das cuenta, te está dominando. Y cuando menos lo esperás, los colores son de otro color, las personas que antes veías caminar como si nada, ahora, en un golpe de gracia, cargan mil y una noches de historias que contar. Te nace una rabia personal. Una exasperación nacida de la impotencia. Tu impot