Equinoccio final



Los sueños, las fantasías de adolescencia ansiosa

Convergen cuando descanso en tus pechos

Porciones de divinidad celestial con un agregado luciferiano

Que aojan mis razones más cartesianas

E inundan de eclosiones rosadas a mi vacío local

Vos encarnás todo eso que me hace bien

En unas piernas sebosas y regordetas

Propias de la estatura baja

Que se coronan en una mayestática congruencia

De pantalones de cuero y faldas aterciopeladas

Obcecando hasta en las más bajas temperaturas del meridiano

A cualquier espectador accidental de tu babilónica puesta en escena

Te aprendí, nena de ojos de miel negra

A querer así

Te comencé a extrañar de manera involuntaria

Tal como los latidos del corazón

Sobre los cuales no ejercemos

Autoridad alguna

Un fatídico día del nivoso

Me atosigaron los celos

Consagrando tu embrujo escandinavo

En tan abstruso varón

Quién hubiera imaginado, nena

Que vos te reís de la complejidad

Y con un par de mates y atardeceres expoliados

Nos convencés





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