Tarde de primavera

El olor al polen fresco

Hipnotiza a la juventud impaciente

Que con esa ternura insolente

Alguno que otro hueco 

Se muere por fecundar 



Las gentes se prometen 

Se convencen 

Se dejan de recovecos 

Y no se paran de besar



Las flores decoran de manera importante 

Este lecho matrimonial de los adúlteros expectantes 

Que al son de gemidos animalescos

Se olvidan de lo prometido en el altar



Los niños hoy 

Son verdaderos infantes

Escuchan y siguen a aquel eco

Que les grita vivamente

Que no maduren jamás



Los seniles contemplan con nostalgia sonriente

La puesta de sol y se ponen a rememorar

Esas primaveras en las que jugaban con Dios

Y se acostaban con Satanás 





Comentarios

Entradas populares de este blog

Minutos

Lejos, bien lejos.