Cuentos de Disney... Y no tan cuentos
Entre el amor de ayer y el amor de hoy hay mucha diferencia. Hay menos ropa. Hay mas dinero. Hay menos tacto y mas sexo. Menos charla y mas chat. Charla y chat. Medio que suenan parecido esas palabras verdad?
Que dificil enamorarse de un cuento de hadas en el siglo XXI, right? Encontrar a la bella durmiente que y despertarla de su sueño profundo solo para encontrar a nuestra bella en su lecho de sueños con uno de los muchachos y entender ahora por qué es que dormía tanto.
Y ni hablar del Príncipe azul que frente a los demás miembros de la corte es un joven y hermoso Caballero sumamente educado pero que bien sabe la Princesa que dentro de las cuatro paredes no es mas que un borracho que se embriaga cada tanto y que la golpea sin querer.
Y si... Rapunzel no fue mas que una picarona por no decir otra cosa que lo único que enseño a las doncellas es que es correcto meter a hombres por la ventana a escondidas en horas no adecuadas.
Y acordarse de la figura del Príncipe azul. Y querer romper todos los libros de cuentos que te leía tu mama, antes, cuando no podías dormir, antes, cuando eras todavía puro. Y cuando el mundo también lo era. Hoy el Príncipe azul viste Versace, jala cocaína, anda en convertibles y solo tiene sexo en su departamento de Miami. O tal vez el de Cancun.
Y si, pocos pueden formar parte de la ¨nobleza¨. Algo injusto, pero conocido desde tiempos de Sodoma y Gomorra.
Y con los homosexuales y los transexuales (termino científico para los travestis) que hacemos? Donde los colocamos a ellos en nuestra reminiscencia de fabulas medievales amorosas y no tan amorosas? Inventamos unos nuevos personajes para ellos? Por qué las fabulas que se cuentan a los chicos cuando son chicos y cuando es hora de dormir, no incluyen algunas escenas de homosexualidad y travestismo? Me suena a discriminación.
Ah no, perdón, se llama naturalismo.
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