El Leon se puso triste
Cansado de tantos posibles y de esas contingencias que uno espera, se fustraba de repente, rayaba la tarjeta que no se olvida de venir a fin de mes, y compraba dos birras y un paquete de cigarrillos y se ponia a escuchar tal vez un let it be, queriendo encontrarle una solucion a la coyuntura que nunca dejo de tratar de arreglar, se cansa el pobre guerrero guarani. Se hastia, se jacta que puede pero el verbo no se sustantiviza no se vuelve materia palpable para su paladar y fuma un rubio esperando algun sabor que lo conforte pues la familia tiene un nuevo miembro y la chica con la que sale es hija de senador y el sueldo de su jefe no da y asi no se saborea un carajo, piensa. Es un verdadero karma el de la clase media, el arte de vivir y la muerte en vida y la vida en sueños que se ven en los carteles de publicidad al inicio del verano y que uno aprieta con rabia antes de ir a dormir pensando en esa tarjeta de credito y en el combustible y en el trafico, ay ese trafico. Y el guerrero guarani sabe de peros y sabe de por qués, y no quiere dejar la fantasia de llegar a la meta y que haya algo mas alla de la linea de los 100 metros. Utopias de secundaria que el Guarani triste ve como se derriten en el caliente fuego del desengaño y si, nadie le dijo que no seria asi, pero dice el guerrero que no se cansa dice el guerrero que muere en el intento y su duda, su quimera y desesperacion es saber si su vida no es mas que la muerte programada en circos de monotonia de jugar a ser, y no ser nada pues la virtud en Asuncion es un defecto y como dicen el infierno esta lleno de buenas intenciones pero, sabe el que en esta vida o en otra (aun no esta seguro de la otra) encontrara su vendetta, su topus uranus que tanto peleo y remo, que el dinero es un maldito papel que compra la vida y compra la muerte y que lamentarse en su quinta cerveza ya, no hace nada mas que darle pan a esos que le robaron el sueño esta noche y tantas otras noches. Entonces el delirium tremens le dice que es hora de dormir y se va a la cama sin apretar ningun sueño, con lagrimas que no le salieron y la sal que le pica en los ojos y que mejor no prender el aire acondicionado porque la electricidad no se paga siendo buena persona. Y sabe el, que mañana le espera la resaca y le espera la oficina y le espera el colectivo, con tantas personas con tantas resacas y tantos sueños no soñados como los de el y eso lo tranquiliza pues, desgracia ajena consuelo de tonto, y desgracia colectiva, bue, mejor ni te cuento.
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