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Mostrando entradas de julio, 2016

Loba Capitolina

Caminaba Prometeo Por la vieja capital Buscando a Rómulo Quizás corriendo De Napoleón Y en eso Llegó la Luperca Del capitol No hesitó En amamantar Sus hambres Y alegorías Prosopopeya melindrosa De fiera hecha mujer Aullidos hechos remilgos Laureados de estupor

En peligro de extinción

Buenos días querida No te levantes de la cama Quedate ahí Yaciendo Existiendo. Dándole sentido a la vida Dame unos minutos que me hierve ya el café Jugo de naranja como te encanta Avellanas, pasas y pan francés Un poco de huevos revueltos Y un mentolado para fumar Las sábanas parecen mimetizarse Con el albor de tus muslos carnosos Mi maja desnuda Que me embelesa sin decir una sola palabra Muda, tus pechos hablan más fuerte que el dinero o la oración Cantan los ruiseñores en la ventana Y la luz penumbrosa se filtra hasta hacer contacto con tus ojos Miel de mieles Ambrosía campesina En peligro de extinción.

Que no se note

Esta vida Es una Guarania Feroz Llena de ironías Hoy sí Mañana no En las urnas soy colorado En la cancha de la vida, de otro color Más politólogos que ingenieros de profesión La calidad, no forma parte de los estandartes Hay que vivir Porque la vida es corta Y porque acá abunda la soja Y si hay miseria Que no se note

Guarania feroz

Esta vida Es una Guarania feroz Llena de ironías Hoy sí Mañana no En las urnas soy colorado En la cancha de la vida, de otro color Más politólogos que ingenieros de profesión La calidad, no forma parte de los estandartes Hay que vivir Porque la vida es corta Y porque acá abunda la soja Y si hay miseria Que no se note

Que no se note

Esta vida Es una Guarania Feroz Llena de ironías Hoy sí Mañana no En las urnas soy colorado En la cancha de la vida, de otro color Más politólogos que ingenieros de profesión La calidad, no forma parte de los estandartes Hay que vivir Porque la vida es corta Y porque acá abunda la soja Y si hay miseria Que no se note

Qué suerte

Qué suerte Qué suerte que te conocí Y que luego Me hayas vislumbrado Obcecado Como un niño con su primer amor de juguetería Que nunca olvida al muñeco Hasta comprarlo, jugarlo, vejarlo, y vuelto a jugar Qué suerte Que te hayas desaforado Atosigado por los nervios de placard Y que así hube terminado sendas veces Triste y bajo la lluvia Llorando más de rabia que de amor Qué suerte que siempre Tus bragas fueron sigilosamente generosas Mientras este limosnero Se sabía conformar Qué suerte Que perdimos la cabeza La dignidad y la ocasión Dejando todo por el nosotros y olvidando el yo Volviéndonos pordioseros Dentro de nuestra propia riqueza de oropel Y qué suerte Que no me hablaste Nunca más Ni una misiva Ni un hola qué tal Nada Hoy por hoy me digo Qué suerte