Una tarde de domingo
Bajáte de la cordillera, bajáte ya Estoy esperando este atardecer, hace veinte atardeceres atrás Creí que no venías, dudé de la durabilidad de tu arrebato dominguero Venís descalza, chupando un mango, limpiando tu boca con las manos arenosas Harapos que dejan ver tus conos majestuosos a través de sus rotas deshilachas Y descubren una cadera taciturna, tierna, ávida del pugilato carnal Te rompo la blusa la tirás entre las ramas de pindo Un ao po'i barato que no justificaba el precio de mantener vestido tu torso Sudabas amor y temblabas lascivia Me invitabas de tu saliva Y a pesar de tu guaraní silvestre que no comprendía Esos gemidos de niña precoz pasivo - agresiva Resuenan en rincones de mi casa, y más en el patio, donde planté un pindo en tu nombre Y a pesar de una esposa, dos hijos y 26 veranos después Le sigo haciendo el amor a tu recuerdo Y dejo morir a mi cabeza reposando sobre tus cabellos negros Y te acaricio las curvas y me impresiono de la